jueves, 16 de julio de 2015

Vivir sencillamente para que otros sencillamente puedan vivir

Hace unos días leí una noticia que decía así: “Amancio Ortega, fundador de Inditex, ya es la segunda persona más rica del mundo aumentando su patrimonio este año un 17%, hasta alcanzar los 71.500 millones de dólares (casi 65.000 millones de euros)”. Inmediatamente pensé que esto se debía a los brotes verdes del Partido Popular, pero estaba equivocado, esto ocurre gracias a la crisis que nos trajeron los socialistas. Resulta que esa crisis que nos dejó más de 6 millones de parados hizo aumentar el patrimonio de aquellas personas que superan el millón de euros un 27%. Y es que… no hay mal que por bien no venga.



Nuestro mundo, ese que inventó Coca Cola, es hoy en día mucho más desigual que hace 30 años. Tan solo un 1% de la población mundial posee casi el 50% del capital mundial y eso por no hablar de EEUU, donde un 1% de la población tiene el 80% del capital. Para que lo entendamos todos, en EEUU un 10% de la población es tan pobre que no entra ni en el registro.


Ahora bien, si esto ocurre en un país tan desarrollado imagínense como será la situación en países como Níger. En Níger mas de 7 millones personas están en riesgo de muerte por hambre, de los 17 millones de habitantes que tiene el país.




Mientras algunos nos quejamos de que no podemos comprar el último móvil de Apple (empresa acusada por explotación laboral) hay 80.000 personas que mueren SOLO de hambre al día, de los cuales 30.000 son niños. Niños que no han elegido donde nacer, al igual que yo, pero sin embargo a mí nunca me faltara un plato de comida en la mesa. Esto no parece importar demasiado, nuestros gobiernos gastan al año 682 mil millones de dólares en armamento. Por cada dólar que se invierte en todo el mundo en ayuda humanitaria, los países destinan diez a sus presupuestos militares.


No solo hay problemas de hambre en el mundo, el 65% de la población mundial nunca ha hecho una llamada telefónica, el 40% no tiene ni siquiera acceso a la electricidad, más de 1.200 millones de seres humanos no tienen acceso a agua potable y 1.000 millones carecen de vivienda estimable. Mientras tanto, nosotros, llevamos una vida consumista y egoísta en contraposición con el bien ajeno. Nos hablan de pobreza y de paz, pero nadie nos educa para cooperar sino para competir. Vivimos condenados a competir por el beneficio propio, directamente relacionado con el afán de lucro.


            Hay quienes queremos cambiar esto, apostamos por otro sistema distinto. Nuevo. Más allá del bipartidismo. Del capitalismo insensible y depredador. Y quizá por eso seamos esencialmente transformadores. Queremos confluir con otros que apuesten también por la ecología política. Queremos confluir en un gran río, sin aguas contaminadas.


Creemos que otro mundo es posible.

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