Hace unos días leí una noticia que decía así: “Amancio
Ortega, fundador de Inditex, ya es la segunda persona más rica del mundo
aumentando su patrimonio este año un 17%, hasta alcanzar los 71.500 millones de
dólares (casi 65.000 millones de euros)”. Inmediatamente pensé que esto se
debía a los brotes verdes del Partido Popular, pero estaba equivocado, esto
ocurre gracias a la crisis que nos trajeron los socialistas. Resulta que esa
crisis que nos dejó más de 6 millones de parados hizo aumentar el patrimonio de
aquellas personas que superan el millón de euros un 27%. Y es que… no hay mal
que por bien no venga.
Nuestro mundo, ese que inventó Coca Cola, es
hoy en día mucho más desigual que hace 30 años. Tan solo un 1% de la población
mundial posee casi el 50% del capital mundial y eso por no hablar de EEUU,
donde un 1% de la población tiene el 80% del capital. Para que lo entendamos
todos, en EEUU un 10% de la población es tan pobre que no entra ni en el
registro.
Ahora bien, si esto ocurre en un país tan
desarrollado imagínense como será la situación en países como Níger. En Níger
mas de 7 millones personas están en riesgo de muerte por hambre, de los 17
millones de habitantes que tiene el país.
Mientras algunos nos quejamos de que no podemos comprar el
último móvil de Apple (empresa acusada por explotación laboral) hay 80.000
personas que mueren SOLO de hambre al día, de los cuales 30.000 son niños.
Niños que no han elegido donde nacer, al igual que yo, pero sin embargo a mí
nunca me faltara un plato de comida en la mesa. Esto no parece importar
demasiado, nuestros gobiernos gastan al año 682 mil millones de dólares en
armamento. Por cada dólar que se invierte en todo el mundo en ayuda
humanitaria, los países destinan diez a sus presupuestos militares.
No solo hay problemas de hambre en el
mundo, el 65% de la población mundial nunca ha hecho una llamada telefónica, el
40% no tiene ni siquiera acceso a la electricidad, más de 1.200 millones de
seres humanos no tienen acceso a agua potable y 1.000 millones carecen de vivienda estimable. Mientras tanto, nosotros, llevamos una vida consumista y egoísta en
contraposición con el bien ajeno. Nos hablan de pobreza y de paz, pero nadie nos
educa para cooperar sino para competir. Vivimos condenados a competir por el
beneficio propio, directamente relacionado con el afán de lucro.
Hay quienes queremos cambiar esto, apostamos por otro sistema
distinto. Nuevo. Más allá del bipartidismo. Del capitalismo insensible y
depredador. Y quizá por eso seamos esencialmente transformadores. Queremos
confluir con otros que apuesten también por la ecología política. Queremos
confluir en un gran río, sin aguas contaminadas.
Creemos que otro mundo es posible.
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